En Cometas en el cielo, un padre y un hijo tienen una conversación en la que el padre le cuenta a su hijo casi adolescente que la bebida no es buena y el pecado que tiene beberla. Y se lo dice así: “Sólo existe un pecado, y es el robo. Los demás
pecados son variaciones sobre el mismo”. Y le pone ejemplos:
“Si matas a un hombre, estás robando una vida; cuando mientes, le robas
a alguien su derecho a la verdad. No existe acto más vil que el de
robar”. Y el padre acaba la conversación diciendo: “Tanto hablar del
pecado me ha dado sed”, y se sirve una copa.
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